

Beneficios durante el tratamiento
Mejora del bienestar mental: La actividad física puede ayudar a reducir la ansiedad y la depresión, síntomas comunes en pacientes con cáncer. Un estudio encontró que el ejercicio moderado puede mejorar significativamente el estado de ánimo y la calidad de vida (Pinto et al., 2021).
Reducción de efectos secundarios: El ejercicio puede ayudar a mitigar algunos de los efectos secundarios del tratamiento, como la fatiga, la pérdida de masa muscular y los cambios en la función cardiovascular (Schmitz et al., 2019).
Mejora de la fuerza y la resistencia: La actividad física regular puede aumentar la fuerza muscular y la resistencia, lo que puede facilitar las actividades diarias y mejorar la calidad de vida general (Segal et al., 2017).
Mejor manejo del dolor: La actividad física puede ayudar a reducir el dolor y mejorar la movilidad, lo que es especialmente beneficioso para aquellos que sufren de dolor crónico relacionado con el cáncer (Cramer et al., 2016).
Soporte inmunológico: Mantenerse activo puede ayudar a fortalecer el sistema inmunológico, lo que es crucial para combatir el cáncer y prevenir infecciones durante el tratamiento (Mikulski et al., 2018).
Beneficios post cáncer
Reducción del riesgo de recurrencia: Varios estudios sugieren que la actividad física regular puede reducir el riesgo de recurrencia (Kwan et al., 2017).
Manejo del peso: El ejercicio ayuda a mantener un peso saludable, lo cual es importante, ya que el sobrepeso puede aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer (Schmid & Leitzmann, 2014).
Mejora de la salud cardiovascular: La actividad física puede mejorar la salud del corazón, lo que es especialmente importante para los que pueden tener un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular debido a tratamientos como la quimioterapia (Rock et al., 2021).
Calidad de vida: La actividad física está asociada con una mejor calidad de vida y bienestar emocional, ayudando a la reintegración social y emocional (Hernandez et al., 2020).
Beneficios del entrenamiento de fuerza
Preservación de la masa muscular: Mantener la masa muscular es crucial durante el tratamiento. El entrenamiento de fuerza ayuda a prevenir la pérdida de masa muscular, que puede ser un efecto secundario del tratamiento (Schmitz et al., 2019).
Mejora de la funcionalidad: Fortalecer los músculos puede facilitar las actividades diarias y mejorar la calidad de vida (Segal et al., 2017).
Beneficios psicológicos: El entrenamiento de fuerza también puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y la confianza en uno mismo, lo que es esencial para la recuperación emocional (Fong et al., 2019).
Prevención de lesiones: Un programa de entrenamiento de fuerza bien diseñado puede ayudar a prevenir lesiones al mejorar la estabilidad y la coordinación.
Cómo realizar entrenamiento de fuerza
Consulta médica: Es fundamental consultar a un médico o fisioterapeuta antes de comenzar cualquier programa de ejercicio, especialmente si se está en tratamiento.
Comenzar gradualmente: Iniciar con ejercicios de bajo impacto y aumentar la intensidad a medida que se sienta más fuerte.
Ejercicios aconsejados:
Ejercicios de cuerpo completo: Incorporar movimientos que fortalezcan múltiples grupos musculares, como sentadillas, flexiones y levantamientos con pesos ligeros.
Uso de bandas de resistencia: Son una excelente opción para el entrenamiento de fuerza sin riesgo de lesiones.
Mancuernas ligeras: Ayudan a trabajar músculos específicos, como los bíceps y tríceps.
Repeticiones y series: Se recomienda comenzar con 1-2 series de 8-12 repeticiones, aumentando gradualmente a medida que la fuerza y la resistencia mejoran.
Frecuencia: Se sugiere entrenar de 2 a 3 veces por semana, permitiendo un día de descanso entre sesiones.
Escuchar al cuerpo: Prestar atención a cualquier signo de malestar. Es importante adaptar los ejercicios según las capacidades y el estado físico.
Conclusiones
La actividad física y el ejercicio ofrecen beneficios significativos para las personas que están lidiando con esta enfermedad. Mantenerse activo no solo mejora la salud física, sino que también contribuye a un mejor bienestar mental y emocional. Incorporar el entrenamiento de fuerza puede ser especialmente beneficioso en el proceso de recuperación.
Referencias
Cramer, H., et al. (2016). Effects of exercise on cancer-related fatigue in cancer survivors: a systematic review and meta-analysis. Journal of Cancer Survivorship, 10(3), 507-518.
Fong, D. Y. T., et al. (2019). Physical activity for cancer survivors: a systematic review. Cancer Treatment Reviews, 73, 88-99.
Hernandez, T. L., et al. (2020). The impact of exercise on quality of life in cancer survivors: a systematic review. Supportive Care in Cancer, 28(3), 1115-1124.
Kwan, M. L., et al. (2017). Physical activity and survival after breast cancer diagnosis: results from the LACE study. Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, 26(7), 1068-1075.
Mikulski, M., et al. (2018). The role of exercise in cancer prevention and treatment. Supportive Care in Cancer, 26(3), 899-906.
Pinto, B. M., et al. (2021). Effects of exercise on psychosocial outcomes for cancer patients: a systematic review. Cancer, 127(2), 238-246.
Rock, C. L., et al. (2021). Nutrition and physical activity guidelines for cancer survivors. CA: A Cancer Journal for Clinicians, 71(3), 175-203.
Schmid, D., & Leitzmann, M. F. (2014). Physical activity and cancer prevention: a systematic review of the epidemiologic evidence. Cancer Causes & Control, 25(1), 29-46.
Schmitz, K. H., et al. (2019). American College of Sports Medicine roundtable on exercise guidelines for cancer survivors. Medicine & Science in Sports & Exercise, 51(11), 2373-2380.
Segal, R. J., et al. (2017). Exercise for people with cancer: a systematic review. Current Oncology, 24(6), e545-e558.